¿La comunicación es arte? ¿El arte es comunicación? ¿La novela de la tarde es arte? ¿Hay comunicación?
Según lo señala cualquier diccionario, la comunicación es un trato, una correspondencia entre personas, un oficio. Puede ser un escrito que comunica algo, un sonido, una imagen, o cualquier otro medio de enlace.
El arte es el ejercicio de las facultades humanas preparado por experiencias anteriores; una aptitud individual; es una expresión -tangible- de la actividad humana mediante la cual se manifiesta una visión personal sobre algo real o imaginado; un conjunto de normas y preceptos acumulados por generaciones anteriores en una actividad.
La novela es una obra del género narrativo que se distingue por su extensión y carácter durativo; busca interesar y distraer al receptor por medio de la descripción de sucesos, caracteres o costumbres.
Cuando en la sociedad actual se habla de una telenovela es inmediata la asociación que se hace de ésta a la historia típica de un muchacha pobre que se hace millonaria por medio de una herencia, o la chica humilde que conquista al galán, que es rico; las traiciones, la pasión, la antagonista que busca, por medio de engaños quedarse con el serafín. Eso dicen aquellas personas que no son adeptas a este género narrativo.
Puede que la clásica historia, la clásica estructura de las tantas telenovelas que se celebren en la pantalla chica no ofrezcan mucho mas allá de lo que ya se conoce. El origen de la mayoría de esas historias es mexicano, italiano, puertorriqueño.
En el caso de Argentina, la telenovela ha ido mutándose, revelándose, transformándose. Hoy, la novela se anima a tocar temas que parecían estar olvidados, o quizás prohibidos. Como el caso de “Resistiré”, la novela protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid, que se animó a incluir dentro de su historia la problemática del tráfico de órganos. Sin duda, la facultad humana, como se señaló más arriba, sí estuvo preparada por experiencias anteriores. Porque hay, porque hubo, porque quizás siga existiendo el tráfico de personas, y posteriormente el tráfico de órganos. El poder real que se consigue por medio de sistemas ilícitos, amparado por actores políticos, y la impunidad.
A través de esta historia se logró reunir en los espectadores sensaciones de intriga, compasión, ira, angustia, alegría, y en el desenlace, una sensación de justicia.
Los antagonistas, Moreno y Doval, se enfrentan en una especie de duelo final. Diego (Echarri), destruye una vacuna frente a Mauricio, éste último comienza a tragarse la sustancia y explota como producto de la sobredosis.
En la última escena se da vuelta la historia, una parte de ella que descolocaba a los espectadores, y sólo bastan planos cortos para mostrar la emoción del reencuentro entre Echarri, quien parecía haber muerto en una explosión, y Cid. Julia sabia que él estaba vivo, pero los espectadores no.
Y la intriga constante, como cuando Doval comía algo gelatinoso. Y momento antes de morir confiesa haber matado a un tío. La comida estaba compuesta por órganos de su difunto pariente, que tenía en su organismo una dosis de un químico necesarios para que su sobrino (Mauricio) viviera.
Así, la novela lograba convertirse en un tema de crítica y análisis, ya que abandonaba el registro clásico del romance para incorporar una historia mas policial, de suspenso, que además se caracterizó por sus recursos en el campo de lo fantástico.
“Vidas robadas”, producto idea de Villarruel & Llorente encabezado por Facundo Arana en la pantalla de Telefe, una novela que requiere mirarla mucho mas allá que desde la medición de un rating. Porque para algunos el rating fue escaso: la novela no superó las expectativas, fue mala. “No pudo competir con Marcelo Tinelli”. Y así, no dejaban de multiplicarse los comentarios y análisis superficiales: “La tira de Facundo Arana llegó a un poco más de 14 puntos, quedando, nuevamente por debajo de "Policías en Acción" que sumó cerca de 19 (MinutoUno)”. “Telefé quiere cambios en la novela para que su rating suba cuanto antes y pueda ser un digno rival cuando Marcelo Tinelli desembarque en la pantalla del 13 y evitar así un posible levantamiento de la tira (MinutoUno)”.”Vidas Robadas arrancó a las 21.16 enfrentando a "Por amor a vos" que corrió su horario para darle batalla a la nueva ficción de Telefé”. “Damos el minuto a minuto y su progresión en competencia en cinco minutos entre el Trece y Telefe. A las 22.22, Telefé estaba en 18 y el Trece en 30.3. A las 22.23, 18.9 a 30.8. A las 22.24, 19.3 a 30.2. y llegamos a las 22.27 con 19.8 para "Vidas Robadas" frente a los 29.8 de "Por amor a vos". (foro: Comunidad de telenovelas)”. Inclusive se hablaba de bajar la tensión de la trama restándole protagonismo a la problemática de la trata de blancas y haciendo hincapié en los vínculos amorosos entre Bautista y Ana.
Otro comentario: “Ayer el ciclo (que cada vez tiene menos frecuencia semanal) alcanzó su rating más bajo. Tan sólo marco 13.7. Bajísimo. Un fracaso total (Telediario)”. Pero llenó un Obras con miles de personas que esperaban hasta en las afueras del estadio para ver el último capítulo.
Un Obras lleno. Eran esas las personas que se dejaron conmover con la cara afligida de Juliana, quizás pensando en las tantas Julianas que puedan haber en este mundo; con la lucha incansable de Rosario (Soledad Silveyra), su mamá, quien además sufrió las miserias cotidianas de cada día, la pobreza, la indiferencia; ella se luce, es muy natural en su actuación, sufre y transmite la angustia de la pérdida de su hija (y más adelante la de su esposo, asesinado en la cárcel), una historia de la vida real, algo que no hay que olvidar; la injusticia y la desgracia por la que siempre se vio atravesada la familia de Bautista (Arana), que sólo buscaba resolver un tema tan profundo como la trata de personas, pero que sin embargo siempre acababan perdiendo y pagando con la muerte, porque sólo consiguieron valederos objetivos por medio de actos ilícitos: Fabio, el fiscal trabajaba a espaldas de su propio sistema, porque otra no quedaba. Aunque sin embargo subsistía, con fuerza, la solidaridad.
Es la representación de la sociedad actual: un sistema de justicia que no responde a los reclamos de la sociedad. Otra vez el poder. Poder político, poder económico; de un lado están quienes prefieren bajar los brazos y rendirse, callar: las familias de las chicas que estuvieron rehenes de los tratantes y que nunca fueron buscadas, es como un fuera de foco; del otro: los que levantan la bandera de lucha, aunque por momentos todo parezca utopía, como en la canción de Dani Morman: “Chicoloco”, los que están de un lado, los que están del otro, los que tienen miedo y los que no, y el chicoloco que “escapa de la gorra”. Hay tantos chicos locos dando vueltas por ahí.
Entonces se van contorneando sombras inconclusas, dudas, muchas angustias personales, personas sin cabezas, como la “Vero” que dibuja Martel en su film tan bien logrado: “La mujer sin cabeza”, una obra salteña, que sin embargo no alude el lenguaje universal de la capacidad comunicativa, que sirve para abrir nuevos mundos a través de la problemática que se presenta, tanto en este caso, y en los anteriores que se fueron nombrando, de un lenguaje que se ha enriquecido.
Hay arte: Jorge Marrale, “Astor”, es bueno, un hombre de familia, responsable y honesto, de mirada profunda, pero es la contracara de su verdadero yo: quien comanda la región, en Bueno Aires, para manejar el negocio de la esclavitud, calculador, indigno. Su voz es suave, de a ratos amenazante, hasta sus movimientos y ademanes cambian. Interpela, el receptor cree en ambos, pero se decepciona, porque es malo, es corrupto. Es dueño de la corporación que se encarga del tráfico de personas y tiene como empleado a Nicolás (Juan Gil Navarro), esposo de Ana, entre ellos se odian, es una lucha por el poder. Nicolás siente envidia hacia Astor, se tienen repugnancia. Los dos se lucen de manera excelente en sus papeles de antagónicos. Nicolás, a su vez tiene sometida a Ana, la amenaza con quitarle a su hijo Joaquín, aunque ella siempre le brinda nuevas oportunidades con la esperanza de que algún día va a cambiar.
Los hermanos Navarro, “Nicolás” y “Dante”: chicos que crecieron en la calle, sin amor. Un día alguien se apiado de ellos, el mismo Astor. Los moldeó de acuerdo a sus propias reglas e intereses y fueron comandados por éste para manejar en negocio desde adentro. Nico es violento, histérico, compulsivo, manipulador. Es el más sincero, dice todo lo que piensa. Se enamora de Juliana, quizás porque la sienta en sus mismas condiciones: una presa, atada a un destino del que no puede escapar, como el que la vida le deparó a él mismo.
Dante se demuestra frío, soberbio, indiferente. Pero sobre el final de la historia, una escena conmueve. Porque le quitan lo único que tenía, a su “hermano”, Nicolás. Y hasta ese momento nadie hubiera imaginado a un Dante tan dolido, llorando como si fuera un bebé, en un llanto profundo, desparramado en la tierra, revolcándose.
Hay amor, hay traición por parte de la red de trata, códigos, hay lucha, hay fidelidad y solidaridad: Julieta, que acompaña hasta el final a Rosario, abandonando hasta sus propios proyectos de vida, entre uno de ellos sus estudios universitarios, como ante una situación difícil, hoy, lo hacen miles de chicas y chicos por día.
Los personajes, cada uno de ellos tienen sus cualidades, y hasta son retratados desde su interior. Es como esa monstruosidad de lo humano de la que habla Martel: en donde la diversidad es lo extraordinario de la humanidad y lo importante el fenómeno que lo caracteriza (no juzgar al hombre desde la homogeneidad y lo “normal”). Y los cuerpos “son geografías, todo lo que hacemos, todo es trascender esa situación, compartir con los demás todo lo que excede esa geografía. Compartir una percepción del mundo”. Por eso se puede decir que estas producciones son un proceso y no una simple trama.
“El oreja”, una persona anónima, sin identidad que ayuda aportando datos fuertes que permiten seguir una línea de investigación. El oreja está en todas, sabe de todo, sabe mucho. Para representar a “el oreja” se eligió a Jorge Lanata, un hombre super informado, el elegido, puede que el más creíble en la escena periodística actual. La elección no es arbitraria. El hombre que va palpando por entre las “Cortinas de humo” (título de su investigación editada en el año 1994, en donde busca dar respuesta a muchos interrogantes surgidos a partir de los atentados contra la embajada de Israel en Buenos Aires y contra el edificio de AMIA y DAIA).
“Los exitosos Pells”: Martín (Mike Amigorena) y Sol Pells (Carla Peterson) llevan adelante el noticiero Mega News. Pero no son "los-Pells", un matrimonio, sino dos colegas que por una cuestión de rating se presentan ante el público y los competidores mediáticos, como eso, un matrimonio ideal.
Con los años, Martín Pells se volvió un “estrella” insoportable que enfurece a Sol y tiene jadeando a todo el equipo de producción. Franco, su empleador, lo soporta, porque además es la pareja de su hijo (Diego Ramos), pero su actitud cambiará cuando Martín le plantee su alejamiento del canal para abrirse camino en la emisora de su tenaz rival. En un desafortunado accidente producto de la discusión entre ellos, Pells queda en coma y Franco tiene que conseguir un sustituto urgente para su noticiero. Recurre a Gonzalo, un actor desempleado.
Resulta interesante, humorístico y divertido el modo en que reflejan el estado de la televisión actual, se discute qué es noticia, y cuando, por ejemplo, Sol realiza la publicidad de yogurt “Easy defect”, o de unos audífonos para escuchar “fuerte y claro”. La televisión se ríe de sí misma.
Hay un lenguaje audiovisual y sonoro enriquecidos que comunica e invita a la resignificación de eso que se está proponiendo.
Es como una relación con el “espejo maravilloso”, que vivimos con el conejo y con Alicia, que es como atravesar ese espejo que nos va a atorgar igual de determinación inicial, pero distinto en interpretación. Cada uno de nosotros es un receptor activo, porque hay algo que invita a pensar, hay arte, hay comunicación. Un potencial expresivo, un objeto que va a demandar una mirada profunda para ir más allá de lo físico. Es entonces cuando se completa el proceso comunicacional, el objeto artístico se encuentra con el receptor, y la obra se reconstruye a través de la mirada del espectador: una manera profunda de apreciar el universo de las formas.
Según lo señala cualquier diccionario, la comunicación es un trato, una correspondencia entre personas, un oficio. Puede ser un escrito que comunica algo, un sonido, una imagen, o cualquier otro medio de enlace.
El arte es el ejercicio de las facultades humanas preparado por experiencias anteriores; una aptitud individual; es una expresión -tangible- de la actividad humana mediante la cual se manifiesta una visión personal sobre algo real o imaginado; un conjunto de normas y preceptos acumulados por generaciones anteriores en una actividad.
La novela es una obra del género narrativo que se distingue por su extensión y carácter durativo; busca interesar y distraer al receptor por medio de la descripción de sucesos, caracteres o costumbres.
Cuando en la sociedad actual se habla de una telenovela es inmediata la asociación que se hace de ésta a la historia típica de un muchacha pobre que se hace millonaria por medio de una herencia, o la chica humilde que conquista al galán, que es rico; las traiciones, la pasión, la antagonista que busca, por medio de engaños quedarse con el serafín. Eso dicen aquellas personas que no son adeptas a este género narrativo.
Puede que la clásica historia, la clásica estructura de las tantas telenovelas que se celebren en la pantalla chica no ofrezcan mucho mas allá de lo que ya se conoce. El origen de la mayoría de esas historias es mexicano, italiano, puertorriqueño.
En el caso de Argentina, la telenovela ha ido mutándose, revelándose, transformándose. Hoy, la novela se anima a tocar temas que parecían estar olvidados, o quizás prohibidos. Como el caso de “Resistiré”, la novela protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid, que se animó a incluir dentro de su historia la problemática del tráfico de órganos. Sin duda, la facultad humana, como se señaló más arriba, sí estuvo preparada por experiencias anteriores. Porque hay, porque hubo, porque quizás siga existiendo el tráfico de personas, y posteriormente el tráfico de órganos. El poder real que se consigue por medio de sistemas ilícitos, amparado por actores políticos, y la impunidad.
A través de esta historia se logró reunir en los espectadores sensaciones de intriga, compasión, ira, angustia, alegría, y en el desenlace, una sensación de justicia.
Los antagonistas, Moreno y Doval, se enfrentan en una especie de duelo final. Diego (Echarri), destruye una vacuna frente a Mauricio, éste último comienza a tragarse la sustancia y explota como producto de la sobredosis.
En la última escena se da vuelta la historia, una parte de ella que descolocaba a los espectadores, y sólo bastan planos cortos para mostrar la emoción del reencuentro entre Echarri, quien parecía haber muerto en una explosión, y Cid. Julia sabia que él estaba vivo, pero los espectadores no.
Y la intriga constante, como cuando Doval comía algo gelatinoso. Y momento antes de morir confiesa haber matado a un tío. La comida estaba compuesta por órganos de su difunto pariente, que tenía en su organismo una dosis de un químico necesarios para que su sobrino (Mauricio) viviera.
Así, la novela lograba convertirse en un tema de crítica y análisis, ya que abandonaba el registro clásico del romance para incorporar una historia mas policial, de suspenso, que además se caracterizó por sus recursos en el campo de lo fantástico.
“Vidas robadas”, producto idea de Villarruel & Llorente encabezado por Facundo Arana en la pantalla de Telefe, una novela que requiere mirarla mucho mas allá que desde la medición de un rating. Porque para algunos el rating fue escaso: la novela no superó las expectativas, fue mala. “No pudo competir con Marcelo Tinelli”. Y así, no dejaban de multiplicarse los comentarios y análisis superficiales: “La tira de Facundo Arana llegó a un poco más de 14 puntos, quedando, nuevamente por debajo de "Policías en Acción" que sumó cerca de 19 (MinutoUno)”. “Telefé quiere cambios en la novela para que su rating suba cuanto antes y pueda ser un digno rival cuando Marcelo Tinelli desembarque en la pantalla del 13 y evitar así un posible levantamiento de la tira (MinutoUno)”.”Vidas Robadas arrancó a las 21.16 enfrentando a "Por amor a vos" que corrió su horario para darle batalla a la nueva ficción de Telefé”. “Damos el minuto a minuto y su progresión en competencia en cinco minutos entre el Trece y Telefe. A las 22.22, Telefé estaba en 18 y el Trece en 30.3. A las 22.23, 18.9 a 30.8. A las 22.24, 19.3 a 30.2. y llegamos a las 22.27 con 19.8 para "Vidas Robadas" frente a los 29.8 de "Por amor a vos". (foro: Comunidad de telenovelas)”. Inclusive se hablaba de bajar la tensión de la trama restándole protagonismo a la problemática de la trata de blancas y haciendo hincapié en los vínculos amorosos entre Bautista y Ana.
Otro comentario: “Ayer el ciclo (que cada vez tiene menos frecuencia semanal) alcanzó su rating más bajo. Tan sólo marco 13.7. Bajísimo. Un fracaso total (Telediario)”. Pero llenó un Obras con miles de personas que esperaban hasta en las afueras del estadio para ver el último capítulo.
Un Obras lleno. Eran esas las personas que se dejaron conmover con la cara afligida de Juliana, quizás pensando en las tantas Julianas que puedan haber en este mundo; con la lucha incansable de Rosario (Soledad Silveyra), su mamá, quien además sufrió las miserias cotidianas de cada día, la pobreza, la indiferencia; ella se luce, es muy natural en su actuación, sufre y transmite la angustia de la pérdida de su hija (y más adelante la de su esposo, asesinado en la cárcel), una historia de la vida real, algo que no hay que olvidar; la injusticia y la desgracia por la que siempre se vio atravesada la familia de Bautista (Arana), que sólo buscaba resolver un tema tan profundo como la trata de personas, pero que sin embargo siempre acababan perdiendo y pagando con la muerte, porque sólo consiguieron valederos objetivos por medio de actos ilícitos: Fabio, el fiscal trabajaba a espaldas de su propio sistema, porque otra no quedaba. Aunque sin embargo subsistía, con fuerza, la solidaridad.
Es la representación de la sociedad actual: un sistema de justicia que no responde a los reclamos de la sociedad. Otra vez el poder. Poder político, poder económico; de un lado están quienes prefieren bajar los brazos y rendirse, callar: las familias de las chicas que estuvieron rehenes de los tratantes y que nunca fueron buscadas, es como un fuera de foco; del otro: los que levantan la bandera de lucha, aunque por momentos todo parezca utopía, como en la canción de Dani Morman: “Chicoloco”, los que están de un lado, los que están del otro, los que tienen miedo y los que no, y el chicoloco que “escapa de la gorra”. Hay tantos chicos locos dando vueltas por ahí.
Entonces se van contorneando sombras inconclusas, dudas, muchas angustias personales, personas sin cabezas, como la “Vero” que dibuja Martel en su film tan bien logrado: “La mujer sin cabeza”, una obra salteña, que sin embargo no alude el lenguaje universal de la capacidad comunicativa, que sirve para abrir nuevos mundos a través de la problemática que se presenta, tanto en este caso, y en los anteriores que se fueron nombrando, de un lenguaje que se ha enriquecido.
Hay arte: Jorge Marrale, “Astor”, es bueno, un hombre de familia, responsable y honesto, de mirada profunda, pero es la contracara de su verdadero yo: quien comanda la región, en Bueno Aires, para manejar el negocio de la esclavitud, calculador, indigno. Su voz es suave, de a ratos amenazante, hasta sus movimientos y ademanes cambian. Interpela, el receptor cree en ambos, pero se decepciona, porque es malo, es corrupto. Es dueño de la corporación que se encarga del tráfico de personas y tiene como empleado a Nicolás (Juan Gil Navarro), esposo de Ana, entre ellos se odian, es una lucha por el poder. Nicolás siente envidia hacia Astor, se tienen repugnancia. Los dos se lucen de manera excelente en sus papeles de antagónicos. Nicolás, a su vez tiene sometida a Ana, la amenaza con quitarle a su hijo Joaquín, aunque ella siempre le brinda nuevas oportunidades con la esperanza de que algún día va a cambiar.
Los hermanos Navarro, “Nicolás” y “Dante”: chicos que crecieron en la calle, sin amor. Un día alguien se apiado de ellos, el mismo Astor. Los moldeó de acuerdo a sus propias reglas e intereses y fueron comandados por éste para manejar en negocio desde adentro. Nico es violento, histérico, compulsivo, manipulador. Es el más sincero, dice todo lo que piensa. Se enamora de Juliana, quizás porque la sienta en sus mismas condiciones: una presa, atada a un destino del que no puede escapar, como el que la vida le deparó a él mismo.
Dante se demuestra frío, soberbio, indiferente. Pero sobre el final de la historia, una escena conmueve. Porque le quitan lo único que tenía, a su “hermano”, Nicolás. Y hasta ese momento nadie hubiera imaginado a un Dante tan dolido, llorando como si fuera un bebé, en un llanto profundo, desparramado en la tierra, revolcándose.
Hay amor, hay traición por parte de la red de trata, códigos, hay lucha, hay fidelidad y solidaridad: Julieta, que acompaña hasta el final a Rosario, abandonando hasta sus propios proyectos de vida, entre uno de ellos sus estudios universitarios, como ante una situación difícil, hoy, lo hacen miles de chicas y chicos por día.
Los personajes, cada uno de ellos tienen sus cualidades, y hasta son retratados desde su interior. Es como esa monstruosidad de lo humano de la que habla Martel: en donde la diversidad es lo extraordinario de la humanidad y lo importante el fenómeno que lo caracteriza (no juzgar al hombre desde la homogeneidad y lo “normal”). Y los cuerpos “son geografías, todo lo que hacemos, todo es trascender esa situación, compartir con los demás todo lo que excede esa geografía. Compartir una percepción del mundo”. Por eso se puede decir que estas producciones son un proceso y no una simple trama.
“El oreja”, una persona anónima, sin identidad que ayuda aportando datos fuertes que permiten seguir una línea de investigación. El oreja está en todas, sabe de todo, sabe mucho. Para representar a “el oreja” se eligió a Jorge Lanata, un hombre super informado, el elegido, puede que el más creíble en la escena periodística actual. La elección no es arbitraria. El hombre que va palpando por entre las “Cortinas de humo” (título de su investigación editada en el año 1994, en donde busca dar respuesta a muchos interrogantes surgidos a partir de los atentados contra la embajada de Israel en Buenos Aires y contra el edificio de AMIA y DAIA).
“Los exitosos Pells”: Martín (Mike Amigorena) y Sol Pells (Carla Peterson) llevan adelante el noticiero Mega News. Pero no son "los-Pells", un matrimonio, sino dos colegas que por una cuestión de rating se presentan ante el público y los competidores mediáticos, como eso, un matrimonio ideal.
Con los años, Martín Pells se volvió un “estrella” insoportable que enfurece a Sol y tiene jadeando a todo el equipo de producción. Franco, su empleador, lo soporta, porque además es la pareja de su hijo (Diego Ramos), pero su actitud cambiará cuando Martín le plantee su alejamiento del canal para abrirse camino en la emisora de su tenaz rival. En un desafortunado accidente producto de la discusión entre ellos, Pells queda en coma y Franco tiene que conseguir un sustituto urgente para su noticiero. Recurre a Gonzalo, un actor desempleado.
Resulta interesante, humorístico y divertido el modo en que reflejan el estado de la televisión actual, se discute qué es noticia, y cuando, por ejemplo, Sol realiza la publicidad de yogurt “Easy defect”, o de unos audífonos para escuchar “fuerte y claro”. La televisión se ríe de sí misma.
Hay un lenguaje audiovisual y sonoro enriquecidos que comunica e invita a la resignificación de eso que se está proponiendo.
Es como una relación con el “espejo maravilloso”, que vivimos con el conejo y con Alicia, que es como atravesar ese espejo que nos va a atorgar igual de determinación inicial, pero distinto en interpretación. Cada uno de nosotros es un receptor activo, porque hay algo que invita a pensar, hay arte, hay comunicación. Un potencial expresivo, un objeto que va a demandar una mirada profunda para ir más allá de lo físico. Es entonces cuando se completa el proceso comunicacional, el objeto artístico se encuentra con el receptor, y la obra se reconstruye a través de la mirada del espectador: una manera profunda de apreciar el universo de las formas.
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